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Participación en el Congreso Internacional de “La Oración de las Madres” en Ávila

El pasado martes 17 de septiembre a las 9:00 de la mañana salimos desde la Palmera en autobús un grupo de 23 madres que pertenecemos a distintos grupos de Oración de la Madres, de varias parroquias de la zona y también de Jerez.

El camino que se preveía largo se nos pasó

volando pues aprovechamos para presentarnos y contar de modo espontaneo, como habíamos llegado cada una a la Oración de las Madres y algo de lo que había hecho en nuestras vidas. Ya aquí empezamos a palpar lo que sería una constante en todo el viaje, la riqueza de la Presencia de Dios en cada una.

Llegando a Ávila nos dirigimos al convento de la Encarnación donde en el locutorio nos recibieron unas carmelitas descalzas con las que conversamos, con dos rejas por medio, así es la clausura. El ver sus caras de alegría y felicidad, y el amor con el que hablaban del Señor, resultó ser un momento lleno de luz y donde se notaba la presencia fuerte del Señor. Después en el museo del convento pudimos pisar por donde lo habían hecho santos como San Juan Pablo II, San Juan de Ávila y como no, Santa Teresa de Jesús, de la que vimos su celda, escritos y demás objetos que nos trasladaron a la época y a la espiritualidad de la Santa. Terminamos la jornada con la misa en la preciosa Basílica de San Vicente a los pies de la muralla. Un día intenso, pero solo el preludio de otro que lo sería más.

El miércoles 18 era el día de puertas abiertas del Congreso de Oración de las madres. Además de las participantes de 42 países (Polonia, Australia, Cuba, Argentina, Eslovenia, Brasil, Italia, Afganistan, Holanda, Corea, …. entre otros) , vinieron muchas madres de diversas ciudades de España a compartir esta jornada.

Comenzamos la mañana con una estupenda charla del P. Javier Siegrist (sacerdote perteneciente a la diócesis de Getafe) que se notó, conoce bien la espiritualidad propia de la Oración de las Madres.

De ahí nos dirigimos a la Catedral donde su nuevo Obispo Don José María Gil Tamayo junto con más de 20 sacerdotes celebró la eucaristía. En la catedral no se cabía y la misa fue vivida con un especial fervor. En su homilía el Señor Obispo nos presentó a la Santísima Virgen en las bodas de Canaa como modelo de Madre que ora y acude al Señor. Al final de la misa el mismo obispo expresó su admiración y asombro al ver el grupo que estábamos ahí congregados y después supimos que pidió que la TV viniera a dar constancia de esta maravilla.

Después nos trasladamos a la “Universidad de la Mística” donde compartimos el almuerzo con todas las participantes y finalmente tuvimos una preciosa charla con Verónica Williams, fundadora de los grupos de Oración de las madres, que con enorme sencillez nos contó cómo surgió todo de la preocupación de unas madres al ver el mundo que les esperaba a sus hijos. Junto con su cuñada y alguna más hicieron oración por un tiempo y poco a poco se les fueron reuniendo madres que querían lo mismo y guiadas por el Espíritu Santo y con María Stma. como “mentora” fue escribiendo cada una de las oraciones del librito que todas rezamos. Nos contó muchas cosas, pero sobre todo vimos a una madre que se había abandonado en

las manos del Señor y que ahora solo se admiraba de a donde había llegado todo esto. Se palpaba la acción descarada del Señor.

Como teníamos que venirnos para Sevilla ya en el autobús y como broche de oro, hicimos la oración de las madres en directo desde el autobús en conexión con ellas.

Fueron sólo dos días, pero de una enorme intensidad en gracias y presencia del Señor, que una vez más nos hizo sentir cómo a través de la oración y del abandono en Sus manos Él puede hacer y hace maravillas. Durante estos días de un modo especial, hemos llevado en nuestros corazones las intenciones de todas las demás madres de nuestros grupos de oración y las de tantas personas. Estamos convencidas de que la oración, y la oración de una madre, es la puerta abierta a Dios para toda la familia, por eso agradecemos esta nueva iniciativa del Espíritu Santo que tanto bien está ya haciendo en nuestras familias y en nuestras almas.

Leonor Rodríguez Domínguez