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Oración de Alabanza

  • Persona de contacto: Pablo García –  pablo.garcia0@gmail.com
  • Horarios de reunión y actividades

Hacemos oración de Alabanza a Su Divina Majestad todos los miércoles, tras la Eucaristía de 20h, sobre las 20:45h.

  • Espacio de reunión

La oración de Alabanza se celebra en la Iglesia, con el Santísimo Sacramento expuesto.
La oración de Alabanza es abierta a todo el mundo, no es un grupo cerrado. Además todos los años tratamos de realizar un Seminario de Vida en el Espíritu para introducir esta maravillosa vida en Él.

  • Descripción

La oración de Alabanza tiene un matiz distinto de el de la acción de gracias. Mientras que las gracias se puede dar a las personas, la alabanza solo se hace a Dios. La alabanza es una oración que reconoce la grandeza de Dios en si misma y la ensalza. Es una oración que tiene como centro a Dios, que es digno de todo honor y toda alabanza (cf. Sal 48, 2).
Para poder alabar es importante pedirle asistencia al Espíritu Santo. Él es el que poseyendo nuestra alma la eleva en alabanza. Nosotros no sabemos y no podemos alabar con nuestras propias palabras. Necesitamos que el Espíritu Santo en nosotros alabe al Padre.

En la liturgia celestial según el Apocalipsis se habla de una constante alabanza de toda la creación a Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero (cf. Ap 5, 13). Al mencionar aquellos que alaban a Dios en la liturgia celestial se habla de ellos como los que han sido marcados por el sello (cf. Ap 7, 3) o los que han lavado sus vestiduras con la sangre del cordero (cf. Ap 7, 14). En el fondo, el Apocalipsis pone como condición para la alabanza el haber recibido el don del Espíritu, ya sea en el bautismo o a través de la recepción de los sacramentos.

Es así como nos muestra la escritura que no hay alabanza sin que el Espíritu alabe en nosotros. Por esta razón, antes de alabar a Dios hay que invocar al Espíritu Santo para que unja nuestra alma y la haga capaz de alabar a Dios. Si el Espíritu alaba en nosotros, estamos seguros de que nuestra alabanza será agradable al Padre.

La alabanza no es solo un tipo de oración, sino un modo de vivir. Estamos llamados a ser una alabanza para el Padre como lo fue Cristo. Jesús fue aquel que mayor alabanza dio al Padre. Para poder ser esa alabanza, es necesario que nos identifiquemos con Cristo.

Como dice el Papa Francisco en su discurso en la Catedral de Nuestra Señora de Arabia, en Barheim el
Viernes, 4 de noviembre de 2022:
«La oración de alabanza no aísla, no encierra en uno mismo y en las propias necesidades, sino que nos introduce en el corazón del Padre y, de esta manera, nos conecta con todos nuestros hermanos y hermanas. La oración de alabanza y adoración es la más elevada; gratuita e incondicional, atrae la alegría del Espíritu, purifica el corazón, restablece la armonía, recompone la unidad. Es el antídoto contra la tristeza, contra la tentación de dejarnos afectar por nuestra pobreza interior y la pobreza exterior de nuestros números. El que alaba no se fija en la pequeñez del rebaño, sino en la belleza de ser los pequeños del Padre. La alabanza, que permite al Espíritu derramar su consuelo sobre nosotros, es un buen remedio contra la soledad y la nostalgia de estar lejos de casa. Nos permite sentir la cercanía del Buen Pastor, aun cuando pesa la falta de pastores que estén al alcance, que es frecuente en estos lugares. El Señor, precisamente en nuestros desiertos, ama abrir caminos nuevos e inimaginables y hacer brotar manantiales de agua viva (cf. Is 43,19). La alabanza y la adoración nos conducen allí, a las fuentes del Espíritu, reconduciéndonos a los orígenes, a la unidad.»